El Miedo original, el Sufrimiento original y el Deseo Original | Meditación Zen Sevilla El Miedo original, el Sufrimiento original y el Deseo Original | Meditación Zen Sevilla

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14/enero/2016

El Miedo original, el Sufrimiento original y el Deseo Original

Cuando éramos bebés y estábamos aún en el vientre materno, nos sentíamos a gusto, el ambiente era perfecto. No teníamos nada que hacer. Mamá respira por nosotros, come por nosotros, piensa por nosotros. No tienes que hacer nada. Su vientre es un almohadón tan dulce. El agua es el mejor almohadón. Esa es una época sin preocupaciones que dura cerca de nueve meses. Es el Paraíso.

Pero el momento del nacimiento es muy difícil. La situación cambia totalmente. Pasas apuros. Cortan el cordón umbilical. Ahora tienes que respirar por ti mismo. Mamá ya no puede respirar por ti. Tratas de inspirar por primera vez. Es tan difícil, hay líquido en tus pulmones. Tienes que escupirlo. Tienes que hacer un esfuerzo para sacar ese líquido de tus pulmones y ser capaz de inspirar por primera vez. Es muy difícil, muy peligroso, puedes morir. Fuiste capaz de superarlo. Respiraste por vez primera y te sentiste lleno de miedo. Tu preocupación es cómo sobrevivir. Estás tan solo. Eres tan frágil, tan vulnerable. Nadie puede ayudarte. Eso es lo que llamamos el miedo original. Sigues creciendo como bebé con ese tipo de miedo: “No puedo sobrevivir por mí mismo, alguien debe ayudarme”. Te quedas ahí, esperando que venga alguien. Ese alguien puede ser tu mamá, la enfermera o tu hermana mayor. Haces todo lo posible para atraer a esa persona. Crees que sin otra persona cerca no podrás sobrevivir. Necesitas a alguien para sobrevivir. Esa persona puede ser mamá u otra persona. Así que tienes un deseo. Deseas la presencia de esa persona por la creencia de que sin él, sin ella, sin esa persona, no podrás sobrevivir.

El sentimiento es muy claro: soy frágil, soy vulnerable, no tengo manera de defenderme, sin ti no puedo sobrevivir. Ese es nuestro miedo original, nuestro deseo original. Nuestro deseo es que haya alguien. Y cuando crecemos, aprendemos a maniobrar para hacer que esa persona venga. A veces te dan algo para que lo agarres, a veces te lo quitan. Una de tus herramientas es llorar. Intentas utilizarte a ti mismo, intentas manipular la situación. A veces sonríes, pero es para agradar a esa persona y que venga. Practicas la sonrisa diplomática, incluso en tu más tierna infancia. Es una cuestión de supervivencia. Aprendes sin saber que estás aprendiendo. Y este sentimiento de que eres frágil, vulnerable, sin defensa, que siempre necesitas a alguien cerca de ti, está siempre ahí.

Ese miedo, ese deseo se llama miedo original, deseo original. Siempre está ahí. El niño está siempre vivo en nosotros con ese deseo y ese temor. Y en la actualidad todos nuestros deseos y miedos están ligados a ese deseo y miedo original. Actúa sin descanso. El acumular más dinero se hace a causa del miedo, del miedo original de que no puedo sobrevivir. Buscamos alguien a quien amar, que nos apoye. Buscamos un amante, una amante. Esto es también la persistencia de nuestro deseo. Cuando eras niño buscabas una mamá. Ahora buscas otra persona para que sea tu mamá, bien un hombre joven o bien una joven mujer. El nuevo deseo es tan solo continuación del viejo deseo. El nuevo miedo es tan solo continuación del viejo miedo. Tienes tendencia a volver a ser aquel niño y sufrir el sufrimiento de ese deseo, y sufrir el sufrimiento de ese miedo.

Algunos de nosotros sufren de depresión. Algunos de nosotros sufren, siguen sufriendo, aunque en las condiciones actuales todo parezca estar bien. Porque tenemos la tendencia a regresar al pasado. Nos sentimos más cómodos en ese hogar, incluso si en ese hogar hay mucho sufrimiento. Ese hogar está en lo más hondo de la consciencia profunda, donde se proyectan continuamente películas del pasado. Cada noche regresas y miras las películas, y sufres. El futuro es solo una proyección del pasado, ese miedo y deseo.