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Enseñanzas Básicas

Aprender a parar

La práctica consiste en aprender a pararse, es decir, en aprender a dejar de huir. Aunque no experimentes irritación, ira, miedo o desesperación, todavía estás corriendo detrás de este proyecto o de aquella línea de pensamiento, y no estás en paz. Por ello, aun en aquellos momentos en que no tengas ningún problema (o quizás especialmente en ellos), conviene aprender a estar aquí, a relajarte, a detenerte y a familiarizarte con las maravillas que el presente te depara.

Cuando tu mente permanece en silencio, ves las cosas con mayor profundidad. Si realmente llevas a cabo la práctica de detenerte, no necesitas ejercitar la visión profunda, porque ya estarás viendo las cosas con más profundidad. Detenerte y mirar profundamente son dos caras de la misma realidad. Si te concentras en algo importante, tu mente se detendrá y verás con más profundidad.

Cuando te detengas y estés en contacto con lo positivo, te verás renovado y claro y sonreirás. Y cuando el alimento de tu práctica te nutra, podrás alimentar a los demás con tu mente clara, tu sonrisa y tu alegría.

Quizás, en medio de las maravillas del momento presente, tengas todavía muchas dificultades, pero si miras profundamente, verás que todavía tienes un ochenta por ciento de cosas positivas con las que estar en contacto y poder disfrutar. No corras y regresa, pues, al momento presente. De este modo, cultivarás la concentración y mirarás las cosas con más profundidad y claridad. Este es un entrenamiento tan sencillo como importante.

Estar des-ocupado es vivir la vida en contacto con la realidad última. En la dimensión profunda no hay nada que hacer. Ya somos eso que queremos llegar a ser. Estamos relajados, estamos en paz, ya no necesitamos correr. Esta es la forma de ser que el mundo necesita.

Pero -puedes alegar- si somos felices en el momento presente, sin nada que hacer y ningún lugar al que ir, ¿quién ayudará a los seres vivos a liberarse? ¿Quién rescatará a quienes se ahogan en el océano del sufrimiento? ¿Nos lleva la ausencia de objetivo a ser indiferentes frente al sufrimiento del mundo? ¿No nos paraliza el querer ser libres y felices? ¿No nos lleva a evitar los retos y las dificultades que conlleva intentar ayudar a los demás?

Buda no buscaba ya nada, no anhelaba nada, no se esforzaba por conseguir nada y, sin embargo, nunca dejó de ayudar a todos los seres a liberarse. No tener un objetivo no supone que no  alberguemos compasión y bondad amorosa. En cuanto hay en nosotros compasión, bondad amorosa y comprensión, brota espontáneamente en nosotros una fuerte motivación para actuar y ayudar.

Lo esencial es aportar una calidad de ser diferente a las situaciones de sufrimiento del mundo. Si sufrimos exactamente como todo el mundo, ¿cómo podremos ayudar a alguien a sufrir menos? Si los médicos padecieran las mismas enfermedades que sus pacientes, ¿cómo podrían ayudarlos a sanar?…

El estado de no-rana

EL ESTADO DE NO-RANA
Alcanzar el estado de no-rana
es el fruto primero de la práctica.
Cada vez que colocas a una rana
en el centro de un plato
saltará fuera de él
a los pocos segundos.
Y si pones a la rana de nuevo
en el centro del plato,
otro salto dará.
Tú tienes muchos planes.
Hay algo que quieres llegar a ser,
por eso siempre quieres dar un salto,
un salto hacia delante.
Ciertamente es difícil
mantener a la rana sosegada
en el centro del plato.
Tanto en ti como en mi
está la naturaleza de Buda
y es muy alentador,
pero en ti como en mí
está la naturaleza de rana
y por esta razón
llamamos “el estado de no-rana”
a ese logro primero de la práctica.

Thich Nhat Hanh



La plena consciencia

Sentarse y observar la respiración es una práctica maravillosa, pero no es suficiente. Para que la transformación tenga lugar debemos ser conscientes durante todo el día, y no sólo cuando estamos sobre el cojín de meditación. La plena consciencia es el Buda. Del mismo modo que la vegetación es sensible a la luz solar, las formaciones mentales son sensibles al estado de ser consciente. La plena consciencia es la energía que abraza y transforma todas las formaciones mentales insanas y nos despierta a aquello que está sucediendo en el momento presente.

Cuando practicamos la plena consciencia generamos la energía de Buda en nuestro interior y a nuestro alrededor y esta es la energía que puede salvar al mundo.

Las cosas interson

Si eres un poeta podrás ver sin dificultad la nube que flota en esta página. Sin nubes no hay lluvia, sin lluvia los árboles no crecen y sin árboles no se puede fabricar papel. Las nubes son imprescindibles para que exista papel. Si no hubiera una nube, tampoco habría una página, de modo que podemos afirmar que la nube y la página interson. «Interser» es un término que aún no está en el diccionario, pero confío en que algún día será aceptado.

Contemplemos de nuevo la página con mayor intensidad y podremos ver la luz del sol en ella. Sin luz solar los bosques no crecen. En realidad, sin luz solar no crece nada, así que también podemos afirmar que ella está en cada página. La página y la luz solar interson. Si seguimos mirándola podemos ver al leñador que taló el árbol y lo llevó a la factoría para transformarlo en papel. Y veremos el trigo. El leñador subsiste gracias al pan de cada día, y por lo tanto, el trigo que más tarde será su pan también está en la cuartilla. A su vez, están la madre y el padre del leñador. Mirémosla bien y comprenderemos que sin todas estas cosas la página no existiría.

Ser es interser. Sencillamente, es imposible que «seamos» de forma aislada si no «intersomos». Supongamos que intentamos devolver un elemento a su origen. Así, imaginemos que devolvemos al sol la luz solar, ¿sería posible la existencia de esta página? No, nada es posible sin la luz solar. Tampoco tendremos página devolvemos el leñador a su madre. La existencia de esta página implica la de todo el universo.

Las tres joyas

Cuando tomamos refugio en el Buda, expresamos que confiamos en nuestra capacidad de tomar la direccción que conduce a la belleza, la verdad y la profunda comprensión, basada en nuestra experiencia de eficacia de la práctica. Cuando tomamos refugio en el Dharma, entramos en la senda de la transformación, la senda que conduce a la extinción del sufrimiento. Cuando tomamos refugio en la Sangha, dirigimos nuestra energía a edificar una comunidad que viva en la plena consciencia, la armonía y la paz.

Buscar refugio significa buscar un lugar como este, un lugar en el que poder confiar. En el budismo nuestra fe no es ciega, no es un salto al vacío. Está formada por nuestra propia visión y experiencia que provienen de la práctica. Cuando actuamos como una comunidad, como una sangha, practicando la energía de la plena atención y la compasión, somos fuertes. Cuando formamos parte de una comunidad espiritual, gozamos de una gran alegría y podemos resistir mejor la tentación de hundirnos en la desesperanza. La desesperanza es la gran tentación de nuestro siglo.

En solitario somos vulnerables a ella. Si intentamos dirigirnos al océano como una simple gota de agua, nos evaporaremos antes de llegar a él. Pero si lo hacemos como un río, si fluimos como una comunidad, seguro que acabaremos uniéndonos al océano. Con una comunidad que camina con nosotros, que nos apoya y nos recuerda siempre el cielo azul, no perderemos nunca la fe. Tanto si eres un político, como una empresaria, un trabajador social, una profesora, un padre o una madre… necesitas que te recuerden que el cielo azul está ahí para ti. Todos necesitamos una comunidad de amig@s en la práctica, una Sangha, para que nos ayude a no hundirnos en el pantano de la desesperanza”.

Cuatro aspectos del amor verdadero

Según el budismo, existen cuatro elementos en el verdadero amor. El primero es maitri, que puede traducirse como bondad incondicional o benevolencia. La bondad incondicional no consiste solo en desear hacer feliz a alguien, en dar alegría a un ser querido, sino también en la capacidad de dar alegría y felicidad a la persona que amas, porque aunque tu intención sea amarla, también puedes hacerla sufrir.

Para amar de verdad a alguien has de seguir un aprendizaje; y para poder aportar alegría y felicidad a la persona que amas, debes observarla profundamente, porque si no la comprendes, no podrás amarla de verdad. La comprensión es la esencia del amor. Si no puedes comprenderla, no podrás amarla. Este es el mensaje del Buda. Si un marido, por ejemplo, no comprende los problemas de su mujer, sus aspiraciones más profundas, si no comprende su sufrimiento, no podrá amarla de verdad. Sin comprensión, el amor no puede existir.

¿Qué debemos hacer para comprender a alguien? Hemos de disponer de tiempo y observar profundamente a esa persona. Estar presentes y atentos, y observarla profundamente. Y el fruto de esta profunda observación se llama comprensión. El amor es verdadero cuando está constituido por una sustancia llamada comprensión.

El segundo elemento del verdadero amor es la compasión, karuna. Esta cualidad no consiste solo en el deseo de aliviar el sufrimiento de otra persona, sino también en la capacidad para hacerlo. Para comprender bien la naturaleza de su sufrimiento y ayudarla a cambiar, has de practicar el observarla profundamente. La práctica se arraiga siempre en el conocimiento y la compresnsión. La práctica de la comprensión es la práctica de la meditación. Y meditar es observar a fondo la esencia de las cosas.

El tercer elemento del verdadero amor es la alegría, mudita. Si en el amor no hay alegría, no se trata de un verdadero amor. Si estás sufriendo y llorando todo el tiempo, y si haces llorar a la persona que amas, significa que no se trata de un verdadero amor, incluso puede llegar a ser lo opuesto a él. Si en tu relación de pareja no hay alegría, puedes estar seguro de que no es un verdadero amor.

El cuarto elemento es la ecuanimidad o libertad, upeksha. En el verdadero amor alcanzas la libertad. Cuando amas de veras a alguien, le das una absoluta libertad. Si no es así, no se trata de un verdadero amor. Debes amar a tu pareja de tal modo que ella se sienta libre, no sólo por fuera sino también por dentro. «Cariño, ¿tienes el suficiente espacio en tu corazón y a tu alrededor?», es una pregunta inteligente que puedes hacerle para averiguar si tu amor es real.

Canto de amor a la Tierra

La Tierra está, en este instante, fuera de ti, dentro de ti y también debajo de ti. La Tierra está en todas partes. Solemos pensar en ella únicamente como el fundamento que hay bajo nuestros pies, pero lo cierto es que el agua, el mar y el cielo y todo lo que nos rodea vienen de la Tierra. Todo lo que existe, tanto fuera como dentro de nosotros, procede de la Tierra. Es fácil soslayar que el planeta en que vivimos nos ha proporcionado todos los ingredientes que componen nuestro cuerpo. El agua de nuestra carne, nuestros huesos y todas las células microscópicas que hay en nuestro interior forman parte de la Tierra y provienen de ella. La Tierra no es tan solo el entorno en que vivimos. Nosotros somos la Tierra y siempre la llevamos con nosotros.

Si entendemos esto, no tendremos dificultades en admitir que la Tierra está viva. Nosotros somos una manifestación viva y palpitante de este hermoso y generoso planeta. Y, en el momento en que nos damos cuenta de ello, nuestra relación con la Tierra empieza a cambiar, porque ya no la vemos con la misma indiferencia que antes y empezamos a tratarla con más cuidado. Entonces nos enamoramos de ella y, cuando nos enamoramos de algo o de alguien, se desvanece toda separación. En tal caso hacemos, por la persona amada, todo lo que está en nuestra mano, lo que nos proporciona mucha alegría y satisfacción. Esa es la relación que cada uno de nosotros puede establecer con la Tierra. Esa es la relación que, si queremos sobrevivir, cada uno de nosotros debe establecer con la Tierra.

Momento presente

Querido, no busques la felicidad en el futuro. No esperes a ese día, no esperes a un futuro y distante entonces… No digas que la felicidad será posible solamente cuando tengas esto o aquello. ¿Qué es lo que buscas? ¿A qué estás esperando? ¿A la fama? ¿A la riqueza? ¿Al poder? ¿Al sexo? ¿O se trata solo de algo que te distraiga de un vacío interior? No pienses que serás realmente feliz solamente cuando hayas logrado esas cosas. No esperes a entonces. El entonces pertenece al futuro. Es una ilusión que nunca se hará realidad. Sacrificamos el ahora, tan valioso, por un entonces que nunca llega.

Cuando llegamos a comprender que ahora mismo ya tenemos lo suficiente, la sed se sacia, el ansia se calma y se hace posible la verdadera felicidad.

Consumo consciente

Señor Buddha, me siento muy feliz de poder ser vegetariano o principalmente vegetariano. Como vegetariano, puedo nutrir la compasión, lo cual es la base para una vida feliz. Mirando a mí alrededor veo muchos animales los cuales se tienen que comer los unos a los otros para estar vivos.

La araña tiene que comerse a la mosca o a la mariposa. La serpiente se tiene que comer a la rana. El pájaro se tiene que comer a la oruga o al pez. El gato se tiene que comer al ratón. El tigre se tiene que comer al ciervo. Me siento muy agradecido de no estar forzado a comerme la carne de otros seres vivientes.

Se que la especie de las plantas también quiere vivir y no quiere morir, pero estos sentimientos son muy pequeños comparados con los sentimientos de miedo y muerte de las especies humana y animal. Se que por compasión, bodhisattvas nunca tienen el ánimo de comer la carne de las especies vivientes y yo también quiero vivir como un bodhisattva.

Señor Buddha, en el sutra sobre la carne del hijo tú me enseñas a comer en plena consciencia para que así pueda mantener y desarrollar mi compasión. En este sutra, les has dicho a tus discípulos que comer sin plena consciencia es como estar comiendo la carne de tus propios hijos e hijas. Cuando como la carne de los seres vivientes, soy consciente de que es como comer la carne de mi propio hijo pequeño.

En países desarrollados la gente come mucha carne y bebe mucho alcohol, lo cual tiene una influencia destructiva en el cuerpo y la mente. La producción de carne y alcohol también usa una desproporcionada cantidad de terrenos y recursos, contribuyendo, de esta manera directamente a la pobreza y el hambre en todo el mundo.

Enormes cantidades de trigo, arroz, maíz y cebada son usadas para producir alcohol y alimentar animales para ser vendidos para carne. Cada día, más de 40,000 niños en el mundo mueren por falta de suficiente alimento nutritivo.

Señor Buddha, tú nos has enseñado que si bebo alcohol y como carne de esta manera, no estoy siendo plenamente consciente del sufrimiento y no soy capaz de nutrir la compasión. Si los 40,000 niños que mueren cada día en el mundo no son mis propios hijos y nietos, ¿entonces de quien son hijos y nietos?

Señor Buddha, he hecho el voto de ser vegetariano y me siento pacífico y feliz por ello. Se que la comida vegetariana puede tener buen sabor y ser sana al mismo tiempo. Me siento motivado cuando veo que en nuestra propia época la gente que es vegetariana está creciendo.

Hay mucha gente que es vegetariana porque son conscientes de que ser vegetariano es beneficioso para la salud, espiritual física y mental. Hay también gente que es vegetariana porque quieren nutrir su compasión. Estoy muy feliz cuando veo que hay asociaciones que se están esforzando para proteger animales a través de preservar sus propios hábitat naturales o previniendo a la gente en el uso de animales en experimentos dañinos.